A veces llamada enfermedad renal terminal o insuficiencia renal, la enfermedad renal terminal (ESRD) se produce cuando los riñones dejan de funcionar correctamente y no pueden recuperar su función normal. La insuficiencia renal terminal es la última etapa de la enfermedad renal crónica, una afección médica que progresa con el tiempo.
Hay varios factores que pueden contribuir a la enfermedad renal crónica y a la ERT, como la diabetes y la hipertensión arterial. La enfermedad renal terminal suele tardar varios años en desarrollarse, y el control proactivo de la enfermedad renal crónica puede ayudar a retrasar el desarrollo de la enfermedad renal terminal.
Los síntomas más comunes de la enfermedad renal terminal son: hipertensión arterial, fatiga, picor generalizado, dolor de cabeza, pérdida de peso involuntaria, pérdida de apetito, dolor o molestias en los huesos, cambios en la piel y las uñas, problemas de concentración (niebla cerebral), entumecimiento u hormigueo en manos y pies, hinchazón de pies o tobillos, sed excesiva, calambres o espasmos musculares y sangre en las heces. Las personas con enfermedad renal crónica tendrán que ser controladas con frecuencia para seguir la evolución de su enfermedad. Habrá que realizar análisis de sangre y de orina con regularidad, y cuando se sospeche que hay daños en los riñones, se podrá tomar una pequeña muestra de tejido o una biopsia de los riñones para evaluarla con un microscopio.
Las personas que padecen una enfermedad renal terminal deben someterse a diálisis para realizar las tareas que normalmente llevan a cabo los riñones sanos. La diálisis utiliza máquinas para filtrar los desechos del torrente sanguíneo, de modo que los órganos se mantengan lo más sanos posible y se pueda controlar mejor la presión arterial. La mayoría de las personas que se someten a diálisis conservan entre el 10% y el 15% de su función renal normal. Existen diferentes métodos de diálisis en función de sus necesidades específicas. Con el tiempo, las personas con enfermedad renal terminal necesitarán un trasplante de riñón para sustituir un riñón enfermo por un riñón sano de un donante. Los trasplantes no siempre son una opción adecuada, y las decisiones sobre el tratamiento se toman en función de cada caso. Durante la diálisis, también tendrá que seguir una dieta especial para mantener una nutrición óptima y disminuir el estrés en los riñones, y probablemente tendrá que tomar medicamentos para controlar la presión arterial alta.
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